lunes, 8 de diciembre de 2008

BAGATELA

A la memoria de ALFREDO…


El que piensa… baga por sus instintos.

Por su instinto perspicaz, por su instinto intuitivo, por su instinto locuaz o incluso por su instinto asesino. El camino, cuando se piensa, es largo, pero hasta fácil de caminar. Cada paso representa una nota, un disfraz de que no indica personalidad, un remiendo para calzones nuevos y azúcar para agua de mar.

Nótese que en cada paso que se da… un pensamiento baga, pensamientos a dos mil revoluciones por cada segundo que pasa, por cada paso por segundo y por cada segundo que se esfuma con el tiempo.

Pensar en la noche ilumina, presagia, concluye y actúa. Si mientes callas, si hablas compartes… como si se tratara de una ley que está escrita para los silenciosos, para los amantes y hasta para los supersticiosos. Como si sólo fuera cuestión de ser y no pensar profundamente; y eliminar cada paso para lograr la velocidad vencedora y no la que acostumbramos.

Es como aquella bagatela… con la que solía vivir hasta mi muerte, pues mi suerte olvidada nunca se olvidaría. Era increíble creer que me iba.

Gracias a mi impotente vivir, dejo en las memorias un instinto del que aun no se habla, mas un instante de agonía puede, y no, marcar un rompe-vientos para quienes hoy quieren de nuevo escuchar mis melodías adictivas pese a mi desventura.

Se trata es de música, queridos amigos. Esas melodías de musas perdidas que se elevaban a los vientos cuando las interpretaba… fuera tarde o al tiempo, ya de noche o en el alba. Quien las escuchaba nunca volvía ser igual, y dejaba tras cada nota una inspiración incesante para quienes quieren vivir sin el manto abrigador y filosófico de la misma bagatela que escuchábamos noche y día.

El mismo instinto de una traición… ajena pero doliente. ¿De quien es el mundo? No más de los que quieren vivir, dejar una huella arrugada antes de marcharnos e instruir sobre verdaderas aventuras a quienes están cerca de preferir la muerte.

Pueden destruirme, si con eso pretenden que deje de pensar… pensar es con quien me acuesto y me levanto, dejar de pensar es dejar de ser y sentir por mi mismo… ser el zombi de oficina, preso de los números y de los maleficios del café sin azúcar, el demonio de corbata y portafolio, vendedor de almas y saqueador de ideas.

Hoy la música me acobarda, pero permite que piense mientras camino, y que el instinto que me ofrece el miedo sea tan agudo como para saber un poco de lo que me va tocar y de lo que me falta por decir en mis letras de shamán, y en mis versos fastidiosos de culebrero estafador y fabricante de prosas bellas.

Quizá después se me recuerde como errante y no como aberrante y que quienes en mi creyeron, cuando me vaya, nunca olviden que los llevo en mi música fantasma y que aun vivo entre los sueños de un poeta que escucho mis versos y escribió lo que faltaba.

2 comentarios:

Rastros caníbales dijo...

Alfredo, si, yo también lo he recordado, pero solo un poco. Se nos ha ido quien alimentaba esa parte de nosotros que siempre quisimos ser y no podíamos porque estabamos atados al lado practico del mundo.
un saludo y larga vida a lo que más se pareció a un Dios Dionisio.

Rastros caníbales dijo...

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